Hoy me levantado
con una fijación,
me he levantado
buscando mi nariz de payaso.
Y cuál ha sido mi
sorpresa, que terrible decepción
cuando he mirado
el lugar en el que debería estar
cuando he mirado
ese espacio de mi habitación;
y solo he
encontrado folios y un calzador.
¿Dónde habrá ido a
parar mi roja nariz de payaso?
La he buscado sin
descanso, por cualquier rincón;
he mirado en los
estantes, en los cajones
he abierto cajas
donde guardaba recuerdos,
he encontrado
risas, libros, papeles, canciones,
aparatos viejos,
flores origami, corazones,
muñecos de
plastilina, miniaturas, billetes de avión...
Pero nada,
volviendo al caso, no había ni rastro
¿A dónde se habrá
marchado mi alegre nariz de payaso?
Quizá haya ido a
vivir donde habitan las pelusas,
quizá se haya
marchado a donde nacen los mosquitos,
quizá se haya
largado a cruzar el mar en barco,
quizá se fue
buscando otras narices a un circo.
Bueno, sea como
fuere, volviendo al caso
Ya nunca volveré a
ver mi gran nariz de payaso.
¿Se habrá llevado
con ella mi espíritu de niño?
¿Portará en sus
maletas los recuerdos de mi infancia?
¿Se irá con mis
ilusiones guardadas en los bolsillos?
¿Se llevará mis
futuras sonrisas y me quedaré vacío?
Bueno, mejor no
pensar en eso, volviendo al caso.
Ya solo me queda
añorar a mi nariz de payaso.
Me levanto y voy
al baño para lavarme la cara;
¡y vaya!¡que
sorpresa! cuando me miro al espejo,
descubro en mi
rostro perplejo; una gran bola roja,
mírala, feliz y
enorme, redondita y colorada...
y que curioso,
adherida, pegada ¡Fusionada!
y nunca la podré
despegar, me acompañará
para siempre,
durante el resto de mi vida
y me recordará que
tendré siempre conmigo
en mi interior un
niño y fuera, una nariz de payaso.
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