martes, 29 de enero de 2013

Ajedrez


Me encuentro contigo ante blanco y negro,
dispuestos a empezar el juego,
y un paso al frente como primer movimiento;
confrontamos nuestros ejércitos. 
Soldados sin estandarte ni bandera,
sin escudos, sin espadas ni armaduras
tan solo se tratan de figuras de madera
movidos por dos fuerzas oscuras.
Avanzamos lentamente, entre blanco y negro
y medimos nuestras fuerzas en el tablero.
Sacrificios necesarios para alcanzar objetivos,
caen torres y caballeros en el olvido.
La ambición lleva a un último ataque,
se lanza el alfil al negro amenazando
se lanza la reina al blanco arrinconando
y al rey le dan jaque, y llega el miedo
a su corazón atenazado, e intenta huir
y cae arrodillado, otra vez jaque
pero esta vez se ha acabado,
esta vez es jaque mate.
Y me quedo pensando, derrotado
sentado, intentando recordar cuando aprendí
a jugar a a tan maravilloso juego,
me quedo añorando, frente a mi viejo tablero.


miércoles, 16 de enero de 2013

Mi nariz de payaso


Hoy me levantado con una fijación,
me he levantado buscando mi nariz de payaso.
Y cuál ha sido mi sorpresa, que terrible decepción
cuando he mirado el lugar en el que debería estar
cuando he mirado ese espacio de mi habitación;
y solo he encontrado folios y un calzador.
¿Dónde habrá ido a parar mi roja nariz de payaso?

La he buscado sin descanso, por cualquier rincón;
he mirado en los estantes, en los cajones
he abierto cajas donde guardaba recuerdos,
he encontrado risas, libros, papeles, canciones,
aparatos viejos, flores origami, corazones,
muñecos de plastilina, miniaturas, billetes de avión...
Pero nada, volviendo al caso, no había ni rastro
¿A dónde se habrá marchado mi alegre nariz de payaso?

Quizá haya ido a vivir donde habitan las pelusas,
quizá se haya marchado a donde nacen los mosquitos,
quizá se haya largado a cruzar el mar en barco,
quizá se fue buscando otras narices a un circo.
Bueno, sea como fuere, volviendo al caso
Ya nunca volveré a ver mi gran nariz de payaso.

¿Se habrá llevado con ella mi espíritu de niño?
¿Portará en sus maletas los recuerdos de mi infancia?
¿Se irá con mis ilusiones guardadas en los bolsillos?
¿Se llevará mis futuras sonrisas y me quedaré vacío?
Bueno, mejor no pensar en eso, volviendo al caso.
Ya solo me queda añorar a mi nariz de payaso.

Me levanto y voy al baño para lavarme la cara;
¡y vaya!¡que sorpresa! cuando me miro al espejo,
descubro en mi rostro perplejo; una gran bola roja,
mírala, feliz y enorme, redondita y colorada...
y que curioso, adherida, pegada ¡Fusionada!
y nunca la podré despegar, me acompañará
para siempre, durante el resto de mi vida
y me recordará que tendré siempre conmigo
en mi interior un niño y fuera, una nariz de payaso.